Volver del descanso estival lleva asociado desde hace ya unos años el conocido como síndrome post vocacional o depresión post Vacacional. Yo misma escribí sobre como librarse de este síndrome en un par de ocasiones: 7 trucos infalibles contra la depresión post vocacional o 5 formas de ser más positivo en la vuelta a la rutina al darme cuenta revisando las tendencias de búsqueda en google, que era uno de los temas más buscados en el mes de septiembre. Sin embargo con el paso del tiempo, mi propia experiencia y la de las personas que me rodean, me he dado cuenta de que este «síndrome» o «depresión»  es como tantos otros un invento dedicado a hacernos sentir mejor, a quitar de un plumazo la responsabilidad (o el sentimiento de culpa) en la forma que organizamos nuestras vidas. 

Esa necesidad de evitar responsabilidad y/o reflexión es probablemente la razón de utilizar tan alegremente los términos «depresión» y «adicción»: depresión post vacacional, adicción al móvil, adicción a las series… Parece más sencillo vestir de síndromes, depresiones o adicciones problemas que se podrían resolver con reflexión, análisis, corrección de conducta o inteligencia emocional, de ese modo no profundizamos en lo que realmente nos produce ese malestar, o ese problema de conducta.  Además si es un problema general parece que molesta menos, ya sabes «mal de muchos consuelo de tontos». 

Pareciera que vestir de enfermedad los problemas de conducta nos restara responsabilidad, y no digo yo que la depresión no sea una enfermedad real en muchos casos, pero si cuestiono que a la mínima tristeza la etiqueta depresión planee sobre nuestra cabeza y la receta de fármacos sea la mejor solución.  Así hay a nuestro alrededor una generación entera de mujeres medicadas por dolencias del alma, por insatisfacción y hasta por violencia de género.  Mujeres que acudieron a la consulta de su médico con penas convertidas en depresión y cronificadas tras más de 20 años de fármacos.Ahora que se con seguridad que en sanidad no hay formación en género (para mi tan sorprendente como que un pediatra apenas tenga formación en lactancia materna) Me parece normal que haya un número mayor de mujeres diagnosticadas por depresión que de hombres. 

Tomar conciencia  de nosotras y nuestras necesidades, aprender a compararnos con nosotras mismas, aprender a evaluar nuestras vidas, a cambiar de menos a más aquello que no nos gusta, a reclamar conciliación real, a reclamar y luchar por la habitación propia de Virginia Wolf seguramente nos tendría muy alejadas de síndromes, depresiones y adicciones imaginarias. 

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