El nacimiento de mi primer hijo cambió para siempre mi forma de pensar, de sentir y de estar en el mundo. El nacimiento de Teo y los primeros años de maternidad supusieron para mi una transformación. Por primera vez en toda mi vida me vi a mi misma como una mujer fuerte y capaz de hacer cualquier cosa. Nació en mi una nueva necesidad vital: no dejar en manos de otros cuestiones importantes relativas a mi vida y a mi salud. Eso que llaman la autonomía del paciente en el mundo sanitario me pareció fundamental e innegociable.

Por eso los embarazos y partos de Ariadna y Chloe los viví de un modo mucho más consciente e informado y finalmente logré no ser víctima del intervencionismo y la medicalización habituales. Mis embarazaos y partos respetados además de las experiencias vitales más potentes que he vivido son mis mayores logros. Pero, ¿qué tiene que ver mi maternidad con el título de este artículo? Pues bien, mirando hacia el futuro cercano me he dado cuenta que por edad, seguramente no tardaré mucho en iniciar la época de la perimenopausia y quiero vivirlo del mismo modo que viví mis embarazos y partos. De forma consciente e informada. Sin permitir la medicalización a la que se pretende someter a las mujeres sanas en etapas vitales normales. Sin ser presa de magufadas exotéricas que no encajan con mi forma de ser ni con mis valores.  

De hecho estas dos vías totalmente opuestas  y mucho negocio son lo primero que me he encontrado al comenzar a buscar información:

Asociaciones médicas de estudio de la menopausia que exponen todo tipo de patologías asociadas a esta etapa cuyos colaboradores les restan para mi cualquier atisbo de credibilidad. Resulta incompatible proteger la salud de las mujeres y alejar de la medicalización un proceso fisiológico si la asociación que se encarga de su estudio cuenta con socios y partners: Marcas y laboratorios, que pueden influir tanto en la temática como en el enfoque de los estudios que realicen. Haciendo que sean cualquier cosa menos independientes. Lo logos de marcas y laboratorios no casan bien con los estudios independientes.

También abundan información sobre la menopausia y los tratamientos hormonales, y como no, tratamientos para la menopausia con las gominolas de las mujeres: los antidepresivos.

En la versión opuesta me he encontrado con:  la magia de la etapa, la metamorfosis hacia la madurez, planes de acompañamiento bajo suscripción,  agendas, camisetas, super alimentos y suplementos alimentarios. Ya se sabe que la industria alimentaria siempre está ahí en nuestros periodos vitales: Isoflavonas, colágeno, Salvia, Lúpulo, Passiflora, Melisa, Raíz de valeriana, lavanda manzanilla, rosas, caléndula, Pulpa de Baobab, semillas de sésamo polvo, raíz de shatavari,  Ashwagandha, arándanos, bayas de Açai en polvo, semillas de lino; maca roja, negra,  trebol rojo, cimicifuga racemosa, pueraria mirifica

¿Qué dice la OMS?

Pues la verdad que poca cosa, hay un informe publicado de 1981 y una página en su web de 2022 con datos, cifras, desafíos. Recopilación de la cantinela de síntomas sin aludir o no a su evidencia y poco más. O al menos esto es lo que he encontrado por el momento. 

¿Qué dice el Ministerio de Sanidad?

Aquí si que he encontrado algo más de contenido. El más interesante una guía Guía de Práctica Clínica sobre el abordaje de síntomas asociados a la menopausia y la postmenopausia. Una publicación de 2015 que también está colgada en el ministerio de Sanidad con fecha de 2017 cuyo objetivo es proporcionar una síntesis de la evidencia científica disponible para que los profesionales sanitarios puedan trasmitir a las mujeres información objetiva y rigurosa

Para mi esto es fundamental, no todos los sanitarios son científicos, no todo lo que comparten con sus pacientes está basado en la evidencia y las mujeres debemos ser capaces a diferenciar entre una recomendación basada en opinión o basada en evidencia. 

Tanto el camino hacia el inicio de la regla como el final son procesos fisiológicos normales en la vida de las mujeres. De hecho mi primera conclusión es que la perimenopausia y la menopausia son un proceso equivalente a cuando tuvimos la primera regla pero al revés. Un proceso fisiológico normal por el que todas pasamos pero que no todas vivimos de la misma forma, ni con los mismo síntomas en función de la información que tuviéramos, educación, acompañamiento, estilo de vida y supongo que incluso de la genética.  Los cambios biológicos asociados con la menopausia son universales, sin embargo existen variaciones notables en la experiencia subjetiva entre las mujeres, entre diferentes culturas y en la manera en que estos afectan a su calidad de vida.

En la guía se dice que los estudios muestran que las diferentes actitudes, creencias y percepciones hacia la menopausia se explican por la combinación de factores personales, culturales y ambientales. La interacción entre la genética, que determinará el número de ovocitos presentes en el momento del nacimiento, el entorno, influido por aspectos culturales y socioeconómicos que determinaran el nivel cultural, el tipo de dieta, el consumo o no de tabaco y la práctica de ejercicio, contribuirán a que se produzcan diferencias en la aparición y percepción de los síntomas entre las diferentes mujeres. 

Recomienda a los profesionales sanitarios informar a  las mujeres que la menopausia solo se ha demostrado que se asocie con síntomas vasomotores (sofocos) y vaginales (sequedad vaginal) no a síntomas urinarios, cambios de humor, ansiedad, irritabilidad, depresión, falta de deseo sexual, cambios en la piel, problemas de sueño etc… Sin embargo da igual donde busques información sobre la menopausia incluso en la misma web del ministerio de sanidad donde tienen colgada la guía en la que expone la falta de evidencia, lanzan otros síntomas bajo el paraguas de la menopausia.  

Para proteger la salud de las mujeres y alejar procesos fisiológicos de la medicalización, necesitamos contar con fuentes de información oficiales basadas en la evidencia científica y que sean accesibles.

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