He invitado a Tania García, experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar, conocida entre otra muchas cosas por ser el alma máter de  Edurespeta  la primera escuela para padres y profesionales que transforma la vida de las familias teniendo en cuenta las necesidades reales de los niños; a que compartiera uno de sus artículos con nosotros ¡Espero que os guste! no dejéis de compartir vuestras impresiones.

El ejemplo es la mejor herramienta que tienes para que tus hijos integren aprendizajes. Aprendizajes de todo tipo: referentes a la alimentación, a la higiene, habilidades sociales, respeto, seguridad, etc.

No hay varita mágica para esto (ni para nada), pero si es verdad, que utilizando nuestro ejemplo, siendo nosotros los que les guiemos y por tanto, prediquemos con nuestra manera de hacer: ellos captarán e irán valorando qué es bueno y qué no, qué necesario y qué no, qué es importante y qué no lo es tanto, etc.

La mejor manera de que tus hijos coman verdura, la valoren, la disfruten…es que tú también la comas. Claro que sería ideal que en tu casa hubiera verdura con asiduidad, comprárais variada, ellos participaran en la elección de la verdura que van a comer, ayudaran a elaborarla, probaran las diferentes texturas, etc. Pero esto es un añadido, si tú no comes, la batalla está prácticamente perdida.

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Hoy quiero hablarte de 9 incoherencias que debes dejar de cometer como madre/padre. Es decir, 9 cosas que se les suele pedir a los hijos, cuando en realidad, los propios adultos, en muchas ocasiones, no son capaces de cumplirlas:

  • Cruzar la calle cuando el semáforo de peatones está en rojo

Es algo no sólo incoherente, sino nefasto para nuestros hijos y su educación vial. Cuando vamos sólos, es algo que hacemos a diario muchísimas veces. Semáforo en rojo, tenemos prisa, vemos que no viene nadie y…¡zas! cruzamos la carretera. Pero es que esto cada vez se ve más en presencia de los hijos, los llevamos de la mano y repetimos exactamente la misma acción. Ellos alucinan, deben pensar y a veces, verbalizan: «¿pero no tenemos que esperar a que se ponga verde para que no nos atropelle ningún coche?» Los padres ponen cara de póker y responden: «es que tenemos prisa». Como si la prisa, o las obligaciones, fueran suficiente excusa para jugarte la vida. Porque cruzar de esta manera, no es sólo poner en riesgo tu vida, y la de tus hijos, sino también la vida de los hijos de los demás. Porque cuando vayas sólo y pienses que tus hijos no te ven «saltándote las normas», en realidad pueden estar observándote otros niños. Por favor, cada vez que veas un semáforo de peatón en rojo, PÁRATE, respira, sé paciente y espera. Sólo así los que más quieres sabrán cómo caminar por la calle con precaución.

  • Hablarles a gritos y pretender que ellos no lo hagan.

Gritar a los hijos tiene para ellos unas consecuencias negativas no sólo a nivel auditivo, sino también a nivel emocional, biológico y social. Los gritos deben estar tachados totalmente de nuestra lista personal de cómo educar a un hijo con respeto, empatía y amor. Es una realidad que, muchos padres exigen a los hijos que no les griten a ellos, ni a sus hermanos, que no lo hagan en el colegio, que no griten en un restaurante… cuando ellos constantemente hablan a sus hijos a gritos. Es incoherente y casi de ciencia ficción, pedir algo que ni tan siquiera tú eres capaz de llevar a cabo. Sé que el estrés y la rutina del día a día, complican este objetivo, pero créeme: se puede. Y no sólo se puede, sino que también se debe.

  • Decir palabrotas.

Depende de en qué cultura, otras más, otras menos, pero en la gran mayoría hay unas palabras llamadas «palabrotas» con las que expresamos, normalmente, malestares o emociones. Las tenemos muy adheridas, en ocasiones, a nuestro lenguaje, y esto hace que hablemos utilizándolas, también, delante de nuestros hijos. Si quieres que no digan palabrotas, es inviable que tú mism@ las digas. Debes empezar a limar tu lenguaje, a substituir palabras, a cuidar este aspecto de tu comunicación, para que ellos no integren este patrón. También existen familias a las que no les importa que sus hijos digan palabrotas, esto ya es cuestión de cada uno, pero lo que no podemos hacer es pedir que no las digan, más o menos de esta manera: «Joder, ¿quieres dejar de decir palabrotas por favor?»

  • No pedirles perdón.

que nos pidan perdón cuando alguien nos ha hecho daño de alguna manera, nos reconforta. Es una realidad que el perdón es necesario en las comunicaciones con nuestros semejantes…¿entonces?, ¿por qué nunca les pedimos perdón a nuestros hijos? Hay madres y padres que demandan a sus hijos a todas horas que pidan perdón: al amigo al que le quitaron la pelota en el parque, al abuelo al que no le dieron un beso cuando se marchaban, a la profesora a la que gritó cuando se entero de su suspenso, etc. Pero sin embargo, les cuesta pedir perdón a sus hijos cuando saben que han cometido errores. Pedir perdón es importante, HAZLO.

  • Utilizar el móvil a todas horas.

Se les ponen horarios a los niños para todo: para levantarse, desayunar, colegio, extraescolares, juego, cena, televisión, tablets… Parece que tengan que vivir con una vida totalmente adiestrada y estipulada (cuando todos sabemos lo que eso agobia). El uso de la tele también está estipulado, así como de tablets y nuevas tecnologías. Ésto, genera muchísimos conflictos en algunos hogares, y los padres, no saben gestionarlos bien. Pero la realidad, es que los aprenderían a gestionar correctamente cuando, como padres, dejasen de estar pegados TODO el día a su móvil: hablan con los hijos mirando su móvil, hacen la cena mirando su móvil, van al lavabo y actualizan su facebook, cenan en familia y revisan la prensa digital… ¿De verdad creemos que vamos a inculcar un buen uso de las tecnologías a nuestros hijos de esta forma? Vivir en esta era es positivo, no vas a privarles de ellas, pero si quieres que no se obsesionen y que no hayan disputas continuas por el tema… MÁRCATE horarios y deja tu móvil apartado cuando estés con tus hijos.

  • Querer que compartan, sin nosotros compartir.

¿en serio compartes tu tan adorado móvil con un desconocido? ¿dejas tu bolso a cualquiera? Pues lo mismo les pasa a nuestros hijos. ¿Por qué les obligamos a compartir si nosotros no hacemos lo mismo? Compartir no es importante, lo que sí lo es, es el respeto hacia el otro, la comprensión, la empatía y la responsabilidad. Por tanto, no se trata de ir compartiendo todo lo que tengan con todo el mundo, sino desarrollar la empatía. Para ello, los primeros que debemos desarrollarla y ponerla en práctica: somos nosotros. Y entender que no necesitan compartirlo todo y mucho menos ser obligados a ello. Sin embargo, sí necesitan ser respetados así como respetar al prójimo.

  • Reñir al que ha pegado, dándole un cachete.

Pegar a un hijo, de cualquier manera y en cualquier situación, es algo incoherente, ruín, irrespetuoso, horrible e insultante. No deberías pegar nunca a tus hijos, jamás utilices la fuerza y tu superioridad física para educarles. En muchas ocasiones, las familias, intentan lidiar los conflictos y/o peleas entre sus hijos, o los que éstos tienen con los amigos, utilizando la violencia física, y, por lo tanto, los niños se sumergen en un bucle del que no pueden salir. Es decir, si tu hijo se pelea en el parque con otro niño por un juguete y se pegan, no puedes ir tú y arreglar la situación dándole un cachete a tu hijo, o si tu hija se pelea con su hermano por un dibujo y defiende su postura pegándole, no puedes llegar tú y hacer lo mismo, porque entonces la moraleja es: lo que estás pidiendo que no haga, lo haces tú. Ese respeto que pides que tenga hacia su hermano, es el que tú te estás saltando, por tanto, es imposible que lo integre. Cambia tus creencias y deja de PEGAR.

  • Pasear descalzos por casa y querer que ellos lleven zapatillas.

Ir descalzos no tiene nada de malo, de hecho, hay muchos estudios que demuestran que caminar descalzos tiene unos beneficios para tu cuerpo y tu mente. No obstante, hay muchos padres que piensan que los hijos no pueden ir descalzos porque es una norma de su hogar (imagino que con motivos de peso). Si decidimos, pues, que en casa nadie puede ir descalzo, significa que NADIE puede hacerlo. No vale eso de ir descalzos delante de los niños y encima que ni siquiera se puedan quejar. Si queremos instaurar una norma de convivencia para mejorar el ambiente de nuestro hogar y facilitarnos las cosas, todos debemos intentar cumplirla y no «machacar» a quien le cuesta hacerlo, sino predicar con el ejemplo.

  • Utilizar la mentira.

Utilizar las mentiras para llevar a tus hijos a tu terreno, sólo demuestra que te faltan herramientas positivas y eficientes para comunicarte con ellos. Eso de: «corre corre, que va a llover y tenemos que irnos del parque» y hace un sol radiante, «coge el teléfono y dile a tu abuelo que estoy en la peluquería y me he dejado el móvil en casa», «coméntales a las compañeras de tu equipo de baloncesto que tenemos una boda el sábado y por eso no vas al partido» (y quizás os vais de mini vacaciones de fin de semana)» etc. No hace más que enseñar a tus hijos que la mentira es una manera eficaz de conseguir lo que desean, sin importar el daño o los sentimientos de quienes las reciben. Luego cuando estos niños empiezan a utilizar la mentira y sus padres se enteran de la misma, les riñen, castigan, enfadan, se sienten decepcionados. ¿Qué injusto, no?, tú me enseñas y tú me regañas. Hay que aprender a hablar con los hijos y con las personas en general, para dejar de fomentar el engaño en el trato humano.

Incoherencias no gracias, educar con respeto y entendimiento no es tan difícil. Lo que es difícil, quizás, es no dejarse llevar por los intereses adultos y el nerviosismo diario. Te aseguro que si pones en práctica este artículo y dejas de cometer este tipo de incoherencias, la relación con tus hijos mejorará y además, estarás sembrando una gran semilla en ellos para que desarrollen: responsabilidad, libertad, felicidad, seguridad, respeto y coherencia.

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15 comentarios

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Tomo notas para el futuro…creo que sin duda mi punto débil son las palabrotas y los semáforos en rojo…Y el hecho de vivir en el país de las normas a rajatabla lo incrementa…que no haya un alma en 2 km a la redonda y todos los alemanes esperando al semáforo verde no lo llevo bien…no es cuestión de prisa pero debe de ser la rebeldía española! Jajaja. Eso sí los niños alemanes con sus 6 añitos y solos andando al cole(chaleco reflectante incluido) lo llevan también al pie de la letra…

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jajaja yo reconozco que lo de no ver ningún coche y quedarme esperando lo hago a veces pero no es lo habitual sobre todo cuando voy sola y nunca me había planteado el ejemplo que otros niños pueden recibir de esta acción casual 🙂

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Madre mía qué examen de conciencia con este post! Muy muy interesante… Lo voy a imprimir y poner en la nevera!

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Gracias Blanca espero que nos ayude a todos! 🙂

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Lo del semáforo es cierto!
No lo hago con mi hijo pero sí cuando voy sola y a veces hay un pequeño en la otra acera frunciendo el ceño…
Lo de gritar…a veces nos sale un ¡No grites, concho! y yo misma estoy vociferando.
Respecto a lo demás, creo que en la empatía está la clave y mi hijo la pone en práctica muchas veces, cosa que me mata de orgullo.Ejemplo del otro día, a X se le rompieron los pantalones y todos se reían menos yo porque no me gustaría que eso me pasase a mí.(momento babas en cascada y una pensando, bueno,no lo estoy haciendo tan mal…)
UN BESO

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Que bueno Rocío! Esos momentos saben a gloria jajaja ¿sabes además de la parte empática otra cosa que te puede llenar de orgullo? que se atreva a ser diferente sin ningún complejo. Les enseñamos demasiado (hablo en plural pero realmente creo que en esto la medalla se la llevan los colegios) a ser «como todos» a hacer «lo mismo que todos», al mismo tiempo, luego les resulta muy difícil encontrar su individualidad y por eso normalmente si uno se ríe todos se ríen por impulso sin pensar nada mas. Les decimos cosas como «si fulanito se tira por un puente vas tu y te tiras?» pero si plantea algo llamativo o diferente suelen obtener un «claro, vas a ser tu especial» «si siempre se hace así será por algo» o cosas por el estilo. Educar con respeto y valorando e incluso celebrando la individualidad y la diferencia eso me da un para un post entero jajaja 😉

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Totalmente de acuerdo con lo que dice el post. Y con respecto a los semáforos yo reconozco que soy la » rebelde» que se queda como una seta esperando a que se ponga en verde mientras todo el mundo cruza y cruza…y no se ve ni un coche…provocadora que es una,jjjjj.
Ah,y en algún punto el problema puede surgir cuando padre y madre tienen visiones diferentes del hecho, por ejemplo en mi casa la tenemos con lo de ir descalzas, a mí me encanta y lo hago y no me importa que mi hija lo haga, sin embargo el padre no puede con ello.

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El otro día en la zona de paseo, le expliqué a mi sobrino de casi 3 años que no se tiran piedrecitas por el respiradero del suelo. Todo fue bien hasta que 20 min. después vio a un niño haciéndolo y fue corriendo a decirle que eso no se hacía…
El padre del niño salió enseguida a contestarle que quién era él para decirle lo que tenía que hacer y bla bla bla, por supuesto su hijo siguió tirando las piedrecitas.
Fue uno de esos momentos en que yo pensé «qué bonito esto de ser tía «educadora»!» mientras trataba de contarle a mi sobri que no todo el mundo sabía que no había que tirarlas ni por qué y que al parecer ese padre (aunque era un mayor!) tampoco lo sabía, que estaba muy contenta con él porque él ya lo había aprendido y que a veces nos cuesta a los mayores también aprender a hacer las cosas bien, bla bla bla. ups!

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En ese episodio entran el tema de las libertades individuales de cada uno o las diferentes percepciones de lo que está bien o mal. Por lo general no suele llevar a nada bueno que alguien le diga a otro lo que se hace o lo que no, imagínate que ese episodio sucediera entre adultos ¿a que ningún adulto lo toleraría y diría ¡gracias no lo sabía! Supongo que por ahí puedes entender mejor lo as que os ocurrió 😉

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Simplemente fabuloso, muy instructivo y de veras que muy alentador. Es sencillo y aclara conceptos. Muchas Gracias.

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Gracias!

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Es muy muy difícil convencer a un niño pata que use una camiseta rosa,escoja una muñeca como regalo o simplemente,decida practicar ballet sin pensar que van a reírse de el.. Porque van a hacerlo!!es muy triste pero es así.
De pequeñito mi hijo empujaba un carrito de color rosa portando una muñeca a la que adoraba, pero a día de hoy su personalidad está demasiado contaminada .
Ojalá cada cual pudiésemos escoger con respeto y libertad nuestras opciones. Creo que algún día lo conseguiremos

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Reír se van a reír por cualquier cosa, a mi hijo mayor le gusta leer antes de irse a dormir, le dio por contarlo a sus amigos y dijo que se habían reído de él. Mi marido se escandalizó «¿qué se ríen porque lees? Deberías reírte tu de ellos por tarugos» Es comprensible que quieran sentirse integrados, la escuela es una gran máquina de alienar a los niños, sin embargo pertenecer al grupo no significa que ellos dejen de ser como son Yo me pregunto millones de veces como puedo darles la seguridad y confianza en si mismos para que puedan pertenecer al grupo, sentirse integrados y que defiendan su propia personalidad… Al final si en una casa se vive intensamente la danza el niño va a querer bailar si lo prueba y le gusta y le terminará importando un bledo las risas iniciales…

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Esta genial la entrada….!
Intentando resumir podría ser «predicar con el ejemplo» y también «no hagas a los demás lo que no te gusta que hagan a ti» o bien «trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti»…
Mucho es sentido común, pero la solución fácil, el cansancio, etc, hacen que actuemos mal, mente positiva, ganas y a enseñar a esos peques con el ejemplo y mucho amor!

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Aprendemos por imitación y no podemos pretender que nuestro hijos hagan cosas que nosotros no hacemos. Debemos como padres y educadores dar ejemplo. Uno de los puntos mas que me parecen mas importantes de los que expones aquí es el de hablar a gritos , y pretender que ellos no hagan lo mismo. Si nosotros gritamos es porque estamos enfadados, y ellos harán lo mismo cuando se enfaden. Lo mas lógico es intentar hacer razonar al niño por qué se ha enfadado o por qué nosotros nos hemos enfadado con ellos ¿No creéis?, De la otra manera el niño sentirá frustración y rabia.

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