Esta semana no se como llegó a mi un test sobre los tipos de «Apego» que establecemos las personas. Mas que el resultado del test, lo que me llamaron la atención fueron las preguntas. Sobre todo enfocadas a si una persona se siente merecedora o no de recibir amor o de darlo. Sobre la capacidad o no, para compartir tus sentimientos. Sobre la dependencia o independencia emocional etc. Supongo que la teoría de apego que describe la dinámica de las relaciones entre los seres humanos, es una teoría más del posible comportamiento humano.
Pasear, charlar, debatir, sentirse valorada, sentirse en un entorno seguro en el que no hay temor de expresar tus opiniones porque te sabes escuchada y quizás hasta comprendida. En el que se destacan tus puntos fuertes y te animan a mejorar en los más débiles. Quizás vivir la infancia de este modo, tenga mucho que ver con que tus cimientos en la adolescencia y juventud no se tambaleen del todo. Quizás esas primeras valoraciones externas de la infancia condicionan de algún modo que cuando la valoración procede de nuestro interior afloren los mensajes positivos de forma inconsciente y no al contrario. O quizás nada de lo que digo tenga sentido -jajaja-
En cualquier caso esto que te acabo de contar es algo que practico con mis peques porque me sale de forma natural. A mi no me sale llamarles «cariño, vida, amor» o apelativos similares -porque no van conmigo, me suenan condescendientes y empalagosos- Pero si me sale valorar sus destrezas, destacar sus logros, acompañarles en sus inquietudes, callarme y escucharles. No mentirles, abrazarles porque si, hacerles razonar en lugar de darles las respuestas. Mostrarme alegre, simpática, ocurrente, enfadada, preocupada, cansada, triste, frustrada y darle nombre a los sentimientos para que ellas y él sepan identificarlos en ellos y en quienes les rodean desde muy peques. Últimamente pienso que mi gran papel como madre tiene mucho que ver con no entorpecer su camino ¿Qué opinas? ¡Feliz semana!