Rehabilitar manteniendo la esencia

Nuestro país tiene pueblos preciosos, en la mayoría de estos su encanto radica en la sencillez y en la naturalidad de lo realmente importante, habiendo conservado su esencia a través de sus casas, sus calles y sus plazas. Casi todos esos pueblos a los que todos nos referimos como encantadores, inolvidables, bonitos, conservan la tradición de los materiales, se mantienen el sentido de sus construcciones y se respeta la arquitectura silenciosa de la vida que transcurrió por sus calles.

Lamentablemente en otros muchos solo se puede admirar esta belleza si nos fijamos en aquellos espacios aún por remodelar. Me pregunto porqué la mayoría de las reconstrucciones y rehabilitaciones acaban con  la solera de los pueblos a través de desastres estéticos que solo se justifican en una ostentosidad que campó a sus anchas tras demasiados años de necesidad colectiva.

Parece que pasar demasiadas penurias hace a las personas tener el apremio de mostrar al mundo su mejora a través de montones ingentes de mal gusto en forma de azulejos toscos y anodinos, carpinterías de aluminio de colores estridentes, fachadas de pinturas plásticas rosas, amarillas, violetas…

En este tipo de pensamientos estaba inmersa cuando aparecieron ante mi las imágenes que os muestro, la rehabilitación preciosa y perfecta de una granja que tras su remodelación no deja de ser lo que un día fue, siendo hoy una casa en la que estoy segura que a cualquiera le gustaría vivir.

Simplicidad, materiales originales… Cada vez me convenzo mas de que el movimiento Slow tiene todo el sentido, tenemos demasiadas cosas que estropean la belleza natural y la esencia de nuestros entornos ¿No os parece?

{Vía Delivingblog fotos septembre}