Puede que seas una de esas mamás a las que les encanta llevar a sus hijos exactamente iguales, probablemente entonces tras leer el título hayas pensado ¿Qué tiene de malo? Mas allá de que cada una haga exactamente lo que considere oportuno dentro de su familia, te voy a dar mi punto de vista de porqué no me gusta vestir a mis hijos iguales y considero que hacerlo es un error.

Cada niño es diferente, por mucho que forme parte de la misma familia, que tengan edades similares, que compartan habitación, colegio, aficiones etc. cada niño muestra una forma de ser propia casi desde la cuna y es bueno que los padres les ayudemos a ser ellos mismos, que les acompañemos sin interferir en la búsqueda de su propia identidad. Si queremos fomentar su autoestima y por tanto su autonomía y sus habilidades individuales deberíamos al menos permitir que su imagen sea única y no una fotocopia de sus hermanos.

Vestirlos iguales es no darles la oportunidad de expresar su forma de ser a través de su apariencia. Todos tenemos derecho a sentirnos especiales y diferentes, por supuesto también los niños. Todos sentimos predilección por ciertas prendas, o colores o estilos; es más, nuestros cuerpos son distintos por lo que si nos visten con las mismas prendan lucirán mejor en unos o en otros dependiendo del corte, de los tonos, del estilo etc. y con los niños pasa igual, a golpe de vista siempre hay uno al que le sienta mejor.

Los niños viven muchas situaciones de alienación en su vida diaria. Puede que no seamos conscientes porque son acciones que se dan en favor de la rutina y de la operatividad de los adultos. En el colegio por ejemplo, todos tienen que ir al baño al mismo tiempo, tengan ganas o no, todos tienen que colorear la misma ficha en el mismo momento, a pesar de que a algunos les guste colorear y otros detesten hacerlo. Todos tienen que aprender la letra P el mismo día a la misma hora, a pesar de que unos sean maduros para comprender y otros aún no.  Todos tienen que ponerse la chaqueta al salir del cole tengan frío o tengan calor… Es decir el respeto por la individualidad y el ritmo de cada niño no son objetivos prioritarios a pesar de que efectivamente cada niño está en una fase concreta de desarrollo, tiene unas necesidades específicas y en la creación de su autoestima y de la concepción de si mismo y el mundo que le rodea, es importante respetar sus ritmos y su personalidad.  Parece que seguimos anclados en un modelo educativo que no permite las diferencias ni por arriba ni por abajo, todos cortados por el mismo patrón y luego cuando crecen nos extrañamos de que sean incapaces de pensar por si mismos, de su necesidad de pertenecer al grupo etc.

Puede que pienses que un niño o una niña de corta edad no está en disposición de elegir su ropa y puede que tengas razón, pero soy de la opinión que si queremos que nuestros hijos sean niños seguros de si mismos y con las ideas claras debemos acompañarles para que aprendan a tomar decisiones empezando por cuestiones mas o menos básicas. El respeto hacia ellos mismos y hacia los demás no se fomenta con discursos, son las acciones diarias, nuestra forma de actuar, las que les muestran el camino.

A todos nos gusta saber en que somos iguales  y en que diferentes, puede que alguna vez les haga gracia llevar la misma camiseta o que el estampado de la ropa sea similar. Evidentemente si los padres compramos la ropa, habrá cierta uniformidad relacionada con nuestros gustos. Pero una cosa es ir a juego (cuando hay compenetración a veces te pasa sin planearlo) y otra cosa es que seamos calcos unos de otros. ¿Te has parado a pesar lo que esos niños vestidos iguales escuchan a su alrededor? ¿Cómo afectan las comparaciones a su relación entre hermanos? Unos serán mas permisivos y les dará igual, pero otros puede que no quieran llevar a un clon a su lado y ese vestir igual fomente la competitividad y el rechazo.

Supongo que fomentar la buena relación entre hermanos tiene que ver con la aceptación de uno mismo y del otro, de no tener que competir por el amor o la atención de sus padres, de saber que son diferentes sin que eso tenga nada de malo, de disfrutar de la compañía mutua. Me pregunto como afectará a su relación si cada vez que miran a su hermano es como mirar un espejo distorsionado.

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7 comentarios

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Me parece totalmente correcta y respetable tu visión. Pero hay momentos, sobre todo entre niñas, en que una quiere ponerse el vestido de la otra y viceversa. Y no un día, sino a menudo. O incluso ellas mismas te exigen vestir igual (llevándose dos años de diferencia), porque son hermanas y les hace ilusión. Y no un día, sino muchos.
Estoy de acuerdo en que a cierta edad hay que darles la libertad de que desarrollen su personalidad y preferencias, pero, hasta esa edad, considero que es irrelevante que vistan o no igual.

Que cada niño es un mundo, eso es cierto.

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Gracias Maria por compartir tu punto de vista, claro que habrá veces que les guste el mismo vestido o el mismo pantalón pero si es siempre ¿no crees que esa necesidad de sentirse iguales pueda esconder algún problema no resuelto entre ellas? Respecto a lo que dices me surgen varias dudas ¿por qué sobre todo entre niñas? ¿y a partir de que edad piensas que deben desarrollar su personalidad y preferencias? Mi planteamiento es que niños y niñas son tan diferentes como el círculo que les rodea les queramos hacer ver y para mi esa libertad y personalidad se va formando desde el inicio de sus vidas poco a poco con nuestro acompañamiento.

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Absolutamente de acuerdo contigo.
Soy 6 años mayor que mi hermana y a mí madre, aún así, le encantaba vestirnos igual demasiado a menudo.
Te aseguro que lo odiaba y es algo que aún hoy le reprocho, quizás también demasiado a menudo 🙂

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Soy hermana de mellizas.mi madre nos hacia vestidos iguales a las tres para mi horror. Una de las mellizas era un poco más gordita que la otra y el vestido cambiaba mucho.
Tanto es así que esa hermana tiene a su vez niños mellizos y pobre de ti que les regales algo parecido.si,le gusta llevarlos dentro del mismo estilo pero nunca les verás siquiera con un pantalón en distinto color.
Mi hermana sufrió graves comparaciones .era una niña ,ya no solo más gordita,sino peor estudiante y los profesores incluso se lo recriminaban,cuando ella,hoy en día,hace gala de cualidades incluso más valiosas.es una mujer muy generosa,muy responsable y si quieres un punto de vista completamente racional y acertado,ve a consultarle.
El hecho de vestirse iguales,lógicamente, no tuvo nada que ver,pero para mi,representa la inhibición de mostrarnos tal cual somos.de vernos a cada cual de forma individual,de potenciar nuestras virtudes y nunca mejor dicho,intentar cortarnos por el mismo patrón.
A veces veo pasar a una mama con sus dos crías al colegio,idénticas en diferente edad,con sus vestidos,lazos ,refajos y calcetines cortos en medio del frío.hay mucho detrás de ese interés por hacer de los niños el escaparate de nuestra supuesta condición social.
Yo pienso como tú, Patricia,a veces me doy cuenta de que Lucas y yo vamos de marino y granate o de vaquero y amarillo sin darme cuenta, pero nunca,nunca,lo vestiría como yo

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Cuando yo era pequeña a mi madre le encantaba comprarnos conjuntos iguales a mi hermana y a mi, a mi lo único que me molestaba era que cuando me hartaba del mío y por fin me quedaba pequeño, me tocaba ponerme el de mi hermana. El colmo fue un chandal rojo que compraron mi madre y mi tia para mis primas, mi hermana y yo. Como soy la pequeña acabé gastando los 4, un día hablando con una compañera de primaria me decía que cual era el misterio de mi chandal rojo, que creció conmigo desde primero hasta sexto curso y cuando se lo conté se moría de la risa. A mi me hizo mucha menos gracia, que manía le tenía.

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Mis chicos se llevan tres años, alguna vez cometí la imprudencia de vestirlos igual. ERROR. Por muy moniiiiiisimos que nos empeñemos en decir que estababan, el segundo, por cosas del reciclaje y aprovechamiento tenia que volver a «reestrenar» lo mismo que ya se había puesto su hermano. Con el consabido cabreo-por que esto ya lo use-

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Totalmente de acuerdo. La personalidad se pone de manifiesto desde bebés y la ropa no deja de ser una forma de expresarla. Yo he reciclado alguna prenda heredada de mi hermano, pero porque yo lo he querido así, y lo hago ahora con mis hijos, pero respetando sus gustos y diferentes necesidades.

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